“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

lunes, 24 de marzo de 2025

Para abrigar mis sombras

«Lo mejor que te puede pasar es que te subestimen».
A.G.S., 20 de marzo de 2025, noche, en una conversación que no tenía que ver absolutamente nada con esto.


No seré orgullosa, 
ni necia,
ni arrogante

cuando mi única opción fue arrastrarme
sin sostener siquiera una lámpara de aceite
con la que encontrar algo de vida.

Nada bueno hay en la autosuficiencia
si necesitas amarrarla con fuerza 
para palpar en tus cuerdas
una décima de calor.

Pero no actuéis
como si no os hubiera dado tiempo
a iluminaros los ojos.

No actuéis
como si fuera la villana del agua y la furia
por perforar la obra viva de vuestros barcos, 
si no tuve más remedio que aprender
a usar una cola de sirena para defenderme.

Hasta las alas blancas de los pájaros
son intermitentes en las rutas del cielo
si le das la espalda al sol.

Así que no seré soberbia,
ni malvada,
ni ignorante

cuando fui forzada a encajar
las espinas de mis manos
para poder seguir trepando 
la concavidad de la tierra.

No hay nada que agradecer
a quienes me vieron velando
mi propio cadáver
con la penumbra adolorida

y aún así vinieron 
a hundirme en el cuerpo
sus maderas podridas
para acallar mis órganos.

No agradeceré la resiliencia.

No agradeceré
tener que forzarme a ser otro sonido,
ni a resistir la interferencia.

Pero si lo mejor que te puede pasar
es que te subestimen,
agradezco a mi interior
que es pequeño y está roto
y ha sido nublado de escamas,
porque antes de que os dierais cuenta
yo ya había vencido.

Y no quisiera parecer infame,
ni creerme inteligente
o apta

cuando me fue una imposición 
dar caza a los cuervos sin alas
para poder robar las plumas
con que abrigar mis sombras.

Pero no actuéis 
como si no os hubiera ofrecido linternas
para estirar los ojos,

no actuéis
como si no os hubiera dejado señales
en todos los cruces de cada camino,

porque hasta las más bellas hojas de té
ennegrecen el fondo de las tazas
si nunca se aclaran.

No debería ser engreída,
ni agradecer la sonrisa victoriosa
que respira con ansia
sobre las pústulas de mi cuello.

Pero yo ya os había dado veinte uñas de ventaja
cuando aprendí a salir del cañón entre las balas.

Porque lo mejor que te puede pasar
es que te menosprecien,
que te desdeñen,
que te absorban la vitalidad del núcleo
y la cáscara.

Antes de que os dierais cuenta
yo ya había vencido.
 
Y sí:
                      Ganar
se siente increíble.















jueves, 13 de marzo de 2025

Acahual

Acahual: Girasol, de la palabra náhuatl atl que significa agua, y cahualli que significa dejado, abandonado.



He vuelto al primer verano,
hoja anaerobia cansada 
de moverse entre huracanes
y de pensar espinas por el fuego.

Mis tallos estirando hasta espigarse
han comenzado a desenterrar 
lo frágil y a caerse.

¿Acaso no se puede sentir
el calor de la tierra?

¿Acaso no existe un lugar
donde olvide ser desplazada
a las afueras del canto 
de la hierba?

Siempre girasoles apagados:
Siempre tomando conciencia 
de sus pies atados en el barro,
siempre creándose 
surcos en la frente y exhaustos,

por siempre exhaustos,
por siempre hastiados 
del mismo mundo viajando
en el girar de sus cabezas.

Esta sensación olfativa
de estar siempre dudando
en la raíz de la frontera,
de ser de agua o ser de arena.

De no querer aburrirme
porque siempre he de ser algo,
de la fuente en plasma
de la materia.

Seguid cortando girasoles
y trasplantadlos en el cerebro
de mi pecho:

Allí donde puedan 
moverse y beber savia,
allí donde puedan 
ser nada y ser nunca,

aquel donde estar 
sin obligarse a respirar 
en serio,

a aquel lugar anaerobio 
del primer verano 
donde espigué mi fuga
y encendí el brasero de la tierra,

aquel lugar invisible
donde no existe el abandono
ni el exilio

donde el agua es la veleta
que se mueve y se para,
donde los tallos cavan alto

y las hojas
nunca se secan.















miércoles, 5 de marzo de 2025

Es lindo



No solo pasé página
y quemé el libro,
sino que había olvidado
que alguna vez lo tuve cerca.

Por eso me parece lindo cuando piensas 
que me escapé de tu marsupio,
que fuiste tú quien me creaste
a base de papel y arcilla,

que me cosí tus palabras a las manos 
y me mantengo
doblando las rodillas para bendecirte,

cuando inventas
que me grapé tus vocablos a la mente,
que hice fila a la intemperie
para verte mover la boca
como un gorila atragantado
que ha aprendido 
sus cinco primeros versos.

Cuando crees que no son
ni Plath, ni Huidobro,
ni siquiera Rimbaud o Ajmátova,
sino tus cansaforismos
los modelos de aliento
para engrasar mis engranajes.

De verdad,
cuando piensas
que no es a Pizarnik,
ni a Glück,
ni a Baudelaire siquiera,

sino que es
a tu originalidad de plástico
a la que aspiro,

me hacen cosquillas los ojos
y se me llenan de chispas
las comisuras de los labios.

Porque es lindo que creas
que no a Bashō o Kobatashi,
ni siquiera a los tomos
de Fujimoto o Sui Ishida,

sino a tus cirugías Frankenstein
de medios-términos relamidos,
fracasados,
cortaypegateados modo bucle,
a los que debo el cultivo 
de la gasolina 
que hago saltar de la chistera.

Que supongas que es
y siempre ha sido
tu prótesis ortopédica
de fingida extravagancia
la manzana roja
que me inspira

es tan esponjoso
que solo puedo sonreír
y repetir:
qué lindo.

Este poema
es tan tierno como tú.
Este poema es tan bueno
como tú.
Este poema es tan lindo
y relindo como tú.

Pero, 
entiéndeme,
a mí

siempre me han gustado 
los monstruos
bastante más deformes.


***

¡Mí al habla!

¡Me he divertido muchísimo amansando esta casicosa! De hecho, casi he sentido el jolgorio que debió experimentar Manuel Bretón de los Herreros cuando escribió aquello de A un recién poeta de pocas esperanzas, el cual resplandece así:

«Voy a hablarte ingenuamente.
Tu soneto, don Gonzalo,
Si es el primero, es muy malo;
Si es el último, excelente.»

Así que si en algún brevísimo instante, si aunque sea por error y a rastras, tú también has sonreído leyendo esto...¡Me habré pasado la pantalla!
















lunes, 3 de marzo de 2025

La redención refractaria



Para quien en desbandada 
ha escuchado
las cacofonías de su existencia,
para quien la vida es tan silencio 
que tropieza,

para quien alguna vez concluyó
que es más fácil quedarse tumbado
como los ojos secos en la pescadería
y yacer pusilánime bajo el infinito.

Para aquel que aún así 
sigue abriendo la boca al fraude 
para el desayuno
porque palpa que es más fácil
dejarse devorar por lo oscuro.

Para aquel 
que alguna vez sintiera
que no podemos escapar
de la lluvia de los relojes,
que los calendarios solo avanzan
regando huracanes sobre nosotros,

para los que solo tenemos permitido
decidir la respuesta a la escena
sin detener las gotas que diluvian
sobre nuestras manos,

a quienes nos han enseñado a pensar
que la redención está solamente
en el cielo azul, claro, brillante,
porque el barro no es más 
que un inconveniente en las aceras mojadas,
porque está mal la tentativa suicida del agua
que encapota la atmósfera.

Quienes al crujirle los huesos han notado
que en este escenario incontrolable
quieren hacernos perder el equilibrio.
Y aún así no han querido
nadar hacia el vientre o abultarlo.

Para los que nos hemos detenido
justo a esa altura 
en la que el amanecer ciega 
forzosamente el camino,
pero hemos continuado
queriendo ver las palabras 
pasar sigilosas por nuestra ventana.

Para nosotros,  
incluso si estamos confundidos,
incluso si aún no sabemos 
qué piezas contiene
nuestro telar de células,
quisiera dejar este andamio.

Para que sigamos resistiéndonos
a la invasión caníbal,
para que sigamos intentando 
mantenernos refractarios 
aunque nos revuelvan el decorado,
para que sigamos eligiendo 
no derramar el fuego.




*Refractaria: Que resiste la acción del fuego sin alterarse.













viernes, 28 de febrero de 2025

Reacción



Aquellas imágenes
que disfrutabas deformando
han empezado 
a perder el color 
de tanto uso.

Mi yo huyendo
sobre tu mano,
mi yo rizado,
se reproduce ahora
en blanco y negro
desde las llagas,
y son solo un holograma
perdiendo efecto.

El nunca serás más que esto
que nevaba entre la ventisca
de tus labios, el sutil insecto
disparado a quemarropa
desde el altavoz de tu mirada,

todo eso,
ya no significa nada.

No voy a mentir,
no voy a decir que no te odio
o que hay paz en mí,
porque tú siempre le diste
esa textura a mi alma
de óleo maloliente y arrugado.

Después de todo, 
fuiste tú quien siempre quiso 
empujarme
a las zonas más turbias y negras 
de mí misma ¿cierto?

A no distinguir el sol 
del rayo y la lluvia,
a perder el juicio
y los paraguas.

Pero no sonrías tanto ¿quieres?
Que fui yo quien apuñaló la luz
de la madrugada,
que fui yo quien tomó fuerza 
en la metamorfosis 
que impusiste 
hasta volverme más siniestra.

No fuerces tanto la comba 
de tus labios ¿puedes?
Que fui yo quien ahorcó el frío
y se hizo cálida en la borrasca,
aunque no la entienda.

Ni siquiera intenté nunca
robarte nada,
ni siquiera me ha interesado jamás
superarte en nada,
solo compartimos
haber nacido de un mismo árbol
con muchas caras.

¿Qué sucede contigo, 
entonces?
¿Qué te mostró 
esa ilusión de amenaza
con la que me alumbraste?
¿Por qué me estás haciendo
todo esto?

He intentado decirlo 
de una manera calmada,
pero voy a parar ahora
que he confesado 
para que puedas soltarme,

porque fui yo quien asesinó la luz,
fui yo quien le pasó el puñal 
por las esquinas
hasta desmigar el grito,
y solo entonces lo he entendido.

Que ya no necesito el perdón,
que ya no necesito
aceptar desproporcionadamente 
un castigo.

¿Acaso sabes qué se ve
cuando se apuñala la luz,
acaso sabes cómo se acoge
la piel rasgada al frío?

He tratado de decírtelo,
que esta enfermedad no es mía,
que he brotado de la horca
desde donde la creaste
y ya no hay forma
de creerla.

¿Crees que todo esto
ha aparecido 
desde detrás de la grieta,
que ha aparecido solo
por disparar 
hacia el vendaje?

Puede 
que aún la metralla 
me esté afectando 
la utilidad de las córneas,
puede
que aún no tolere 
mi propia saliva,

pero creo
que cada cadena que fijaste
para aislarme de la vida,
cada grillete,
me permite estar ahora en pie 
por mí misma,
incluso si ya no estoy sola.

Y pienso
que fuiste tú quien siempre 
me hizo ver tan sola,
aunque nunca lo estuve.

¿Piensas que alguna vez
lo estuve?

No voy a decir que no te odio,
no voy a intentar mentirte
como si quisiera fingir 
ser buena persona,
porque no sé si querría serlo.

Pero estoy matando
cada parte de mí
que fue tocada por tus manos,
estoy cortando la cabeza 
de todas las heridas
que dejaste en las galeras
de la infancia,

y ya no sé
qué es lo que realmente
crees que soy,
pero tampoco soy tan mala.

¿Es frustrante para ti
no haber logrado lanzarme
al acantilado de la psicopatía?
Noté el filo de tus brazos 
clavarse mientras lo intentabas.

Ya te dije:
que no sonrieras tanto,
yo tampoco 
me estoy sintiendo bien,

porque jamás intenté demostrarte
ser mejor que esto,
porque jamás me ha interesado
hacerte daño,
solo quiero alejarme.

Y aunque estas cadenas
nunca podrán romperse,
aunque permanecerán ancladas
siempre al mismo árbol,
me siento libre.

Porque fui yo 
quien apuñaló la luz
y desde entonces
no me afectas.













domingo, 24 de noviembre de 2024

Tan solo un poquito

Como la traducción de una canción que aún no ha dejado de sonar.


Otro día inundado más,
el sol cae temprano
y golpea sobre la tierra 
aún mojada.

La escarcha en la hierba
se ve pálida y brilla
como si fuera capaz 
de escuchar música
del ruido pesado y sordo
de las suelas contra el barro.

Yo no he dejado de correr 
desde entonces.

Entonces

sigamos fingiendo
que continuar hacia delante
es lo mismo que avanzar.

¿Será que no lo escuchas 
chirriar en cada pisada?

¿Será que estás diciendo 
que fui yo quien empezó 
primero?

¿De verdad fui yo quien
comenzó aún sabiendo 
que perdería?

¿No crees que, 
como un adolescente,
en los momentos 
de desesperación
solo querríamos a alguien
que nos entendiera
aunque fuera
tan solo un poquito?

Ni siquiera recuerdo 
cómo se sienten
los dedos entrelazados,
he olvidado el tacto y el sonido.

Del silencio ¿cómo se
entienden las palabras,
de todos modos?

Pero, mírame ¿no lo ves?
Creo que estoy devolviendo 
bastante bien los golpes,
estoy bien con la violencia
mientras no me hagan hablar.

¿No ves que me he pasado 
la vida entera
con la piel levantada?

De todas maneras
hablar mucho
es como no decir nada,
nada en absoluto.

¿Cuántas páginas podrá 
llevar ya 
nuestro registro de odio?

Si hasta los huesos dislocados
se volvieron a poner en su sitio 
de alguna manera,
si las quemaduras, las heridas,
ya no son más que cicatrices 
subrayadas entre las contusiones
que dan a luz a la piel púrpura.

Si todo estará bien 
mientras no alcances mi cara.

Será que el dolor nunca ha cesado,
por eso se siguen 
ocultando las molestias
de los cambios de tiempo
incluso en días como estos.

En días como estos,
en los que todo parece
la traducción de una canción 
que aún no ha dejado de sonar,
días en los que sigo corriendo,
respirando el frío a través de la tela,
con los ojos explotando 
a punto de quebrar.

Apenas puedo ver más allá
de la inundación
que débilmente contengo.

En días como estos,
en los que el vaho 
sale a zancadas desde mi boca,
en los que el sol aparece 
insolentemente una vez más.

Al igual que tú
no se cansa de volver,
incluso si hace palidecer la hierba,
incluso si hace brillos innecesarios 
en las gotas que dudan
sobre si lanzarse o no 
desde el filo de las hojas,
                          
incluso si ni siquiera deja 
un poquito de calor.

Y yo sigo corriendo
como si fuera a alcanzar un final,
como si fuera a dejar de dudar,
como si al fin pudiera ser valiente 
y gritar basta 
y hacerlo posible,
como si no supiera que el final llegará 
solo cuando se borren mis pasos,
solo cuando me vaya.

Mientras elija quedarme
solo yo seré culpable,

así que 
dejadme escribir 
tan solo un poquito,
solo un poquito en lo que encuentro
la manera de dejarlo
¿de acuerdo?

Aún solo respiro
en cada intento del tiempo
que no llega,
ya después pensaremos
qué hacer con las palabras
que jamás podrán ser dichas

¿me perdonaré entonces 
por haberlas llorado
lo suficiente?

No tienes por qué preocuparte.

Siempre he sido tratada 
como la tonta,
la rara,
la loca,
la enferma,
como a esa chica 
a la que le pasa algo en la cabeza.

Estará bien si no te quedas.

Yo tampoco soy una víctima
¿comprendes?
Incluso si parece 
que todo va mal
solo estoy expiando mis pecados. 

No creas que soy inocente.

Tampoco tienes que preocuparte.
De todos modos
no es el primero que piensa
que jamás podré dejarlo
¿entiendes?

Solo llevo un tiempo cansada
intentando acabar con todo esto.

He tenido que poner 
mi mano contra el sol
para seguir corriendo.

Estoy bien con la violencia.
Estoy bien.
Estoy bien.
Estoy bien.

Ni siquiera creí en ti
desde el principio.

No es necesario hablar.
El sol
aún se deja ver entre los árboles.

 



Nota: De verdad quise darle un aspecto de letra de canción traducida porque estaba escribiendo sobre ello cuando una canción me llegó, aunque lo mismo ha quedado demasiado traducción de Google. En fin, jajaSalu2.

















sábado, 27 de julio de 2024

Carta a A.

 Hola, A.

Ayer descubrí la carta más corta del mundo:

Preocupado por las ventas de su libro, Victor Hugo le envió tan solo una interrogación a su editor (?).

 Recibió la respuesta más corta del mundo:
Su editor le hizo saber que las ventas iban bien devolviendo tan solo una exclamación (!).


A., en cartas tan cortas, los dos se entendieron.
Pensé que te habría gustado saberlo:
(a mí me habría gustado decírtelo). 


Me recordó a ti, supongo. 

Y supongo que tú veías mis ojos de símbolo porque tú también los llevabas:
Porque tú conocías lo inevitable,
porque tú también tenías que esconderte bajo la alfombra.


Por eso me habría gustado contarte lo de Victor Hugo:
porque nunca llegué a decirte que cada vez que me miraste, recibí tu exclamación.


Aún te quiero, A.
Y por si alguna vez no te lo dije: !


También,
tal y como tú fuiste,
te escribe:
                             A.




A. siempre será la A. de mi Amanecer. Incluso si ya no está en este mundo, perdonad y permitid que continúe siendo tan Anónimo, tan Amigo, tan Aún en el mío.










miércoles, 24 de julio de 2024

Pájaro esquivo



En algún lugar
unos granos de arena
han dejado de caer,
en algún lugar alguien 
ha sido testigo 
de cómo depositaban 
allí su ruido:
sordo, pequeño, 
pero ruido,

han dejado de caer,
aunque no para nosotros,

no para quienes
hurgamos el suelo
como una semilla 
que nunca brota
y por eso siempre
sigue cayendo

y aún así,

en algún lugar,
en ese inestable 
y exacto día,
unos granos de arena 
dejaron de caer.

Fue aquel día que vi 
tus pestañas abiertas,
ventanas puras al primer azul
de la mañana,
el visillo transparentando el aire.

Fue el día que vi
aquel pájaro triste, 
solitario, 
huyendo y buscando altura
entre los cristales.

Aquel día no oímos el ruido sordo,
menudo,
no lo oímos venir,

pero vimos el azul abierto
disparando entre las pestañas,
el visillo ondeando 
hasta deshacerse en el viento,
el pájaro boqueando 
entre los cristales.

Granos de arena
habían dejado de caer
cuando nos alcanzó 
la verdad terrible.

Por qué.

El por qué fue el día 
en que nos llegó la parálisis,
el día en que te vi 
rompiéndote en el vacío,

el por qué
fue cuando la vista, tu imagen,
empezó a agrietarse
alejada sobre fragmentos de espejo 
que iba absorbiendo.

Por qué.
El por qué.

El por qué fue el desengaño
que nos desvanecía.
Toda tu piel era una pregunta
que me daba vueltas.

El ruido era tan pequeño
que pudimos oír 
cómo nos enterraba.

El por qué fue el día 
en que la lágrima
nos cerró los ojos 
y pudimos verlo.

Quise dejarme caer 
sobre tus hombros
para borrar 
que ya no hubiera nada.

Nada que hacer.
Tu huella inocente.

Por qué,
por qué.
El por qué:

Que tú y yo éramos
iguales.












viernes, 10 de mayo de 2024

Aquellos días azules con María


Tienes que recordar la primera vez
que notaste el cielo azul sobre tus ojos, 
el azul del mar que te fundió el alma,
azul con el cuerpo en equis y los oídos silbantes,
azul sobre tus ojos y sobre ellos
el azul de las gaviotas centinelas 
y alargadas.

Tienes que recordar
volverte amarilla sobre la arena,
y el amarillo casi naranja casi rojo atardecer 
sobre la sal que te enraizó las manos.

Hemos estado sentadas 
en una de aquellas mesas
que germinan en la universidad,
y el césped se nos ha ido mezclando,
escalando 
entre nuestros pies de no universitarias 
sin apenas darse cuenta,
como habiendo sido tú o yo
alguna astilla que habitara 
la última esquina de una mesa
o la mesa misma.

Y fue mientras enterraba a conciencia
mis pies colgantes y holgazanes,
que me miraste a los ojos
y hablaste.

¿Te arrepientes?

dijiste

Y yo me habría pasado los dedos
por la prominencia de las costuras.

Me arrepiento

te dije

Y en aquel momento 
no me sentí feliz 
de haber llegado a ser quien era.

Sinceramente

te dije

preferiría haber sufrido menos
y ser ahora peor persona.


Yo no me arrepiento

aseguraste


Y sonaste tan valiente que te miró el viento.

Yo no me arrepiento.

Y tus palabras se hicieron remolinos
que me bailaron por dentro.


Pero yo, María,
a veces sí lo lamento,
y recuerdo las primeras veces
que me han nacido después de la tortura,
y me paso los dedos por los zurcidos azules
que me abultan el cuerpo.

Yo no me arrepiento

dijiste

Y yo supe que eras sincera 
porque se te veía en la lengua,
porque se veía que te salían las palabras talladas
como los dorados y azules
de un idioma antiguo.


Sufrir o no, quizás, 
no es más que un anexo de la casualidad,
pensé entonces.


Sufrir o no
no era el culpable de nuestro ser como personas.

Pero tú no te arrepentías, amiga.

Tú no te arrepentiste 
cuando pensamos en el sufrimiento,
cuando lo vimos como pequeños dioses creadores
que nos pintan la cara y nos esconden las llaves.

Yo no me arrepiento

aseguraste


Y, María, 
aquel día azul contigo,
en aquel azul ascético de tus palabras,
viví la primera vez de darme cuenta
sin haber sufrido.


***
«Estos días azules y este sol de la infancia» fueron los últimos versos de Machado, fueron hallados en un papel dentro de su chaqueta el día de su muerte el 22 de febrero de 1939 en Colliure, Francia.












sábado, 23 de septiembre de 2023

Quererte no dolía

 (...)

Por falta de razón 
ya no quedan 
silbidos de mar 
donde lavar mi cara.

El dolor se guarda dentro,
remetiendo las esquinas
para cerrar la tapa.




Nota: Ninguno de los poemas subidos entre agosto-septiembre están en su versión definitiva, pero así me fuerzo a trabajar en ellos...









martes, 19 de septiembre de 2023

El Amor

 

                                                                           Vicente Huidobro

I

Imagina que llega el eclipse
y no nos pilla mirando.
Todo ese espacio,
infinito y en expansión.
Tan frío.

Por si acaso,
sigo mirando al cielo
relatando deseos,

por si acaso 
en esa misma dirección,
en ese preciso instante
quisiera el cielo
exhalar confeti.

Quizás, 
en muchos años,
cuando su imagen alcance
los ojos de la Tierra,
alguien más estará
mirando y dirá
«Ahí va su deseo».

Imagina 
que ya llega el eclipse,
que ya ha llegado,
y yo aún estoy
flotando entre el frío,
tanto espacio,
buscando mirarte 
a los ojos.

II

Hay un agujero en mi jaula,
una narina que respira, 
yo no sé cuándo ha crecido.

Pero el agujero se ha hecho
grande,
derrama sangre y palpita,
le atraviesan.

Me he asomado 
al exterior
y he visto el falso sol
de las luciérnagas.

Demasiada luz incide
insistiendo en verme ciega,
en hacerme olvidar
el hueso pútrido de las cerezas,
pero aún recuerdo.

Sé que bajo el refugio
de aquellos árboles 
de alas carnosas 
la desolación me espera,
que ese pájaro es un bulbo
que desbroza en su vientre
un jardín de plagas.

Se ha hecho eco el agujero
en los cristales de mi jaula,
no recuerda el dolor
de sacarse el amor del pecho,
las nubes de azufre
que inundaron Venus,
el entierro del nido
en la montaña.

He vuelto a cocinar pienso,
nuevamente,
a frotarlo por las paredes.

Vuelvo a gritar
¡Llevadme presa!

¡Aquí está la chica surco,
la del erizo,
la que sortea la médula espinal 
en la tormenta eléctrica!

La chica frágil, frágil,
la que no estaba
cuando se decidió quién era.

Se está tan bien sin tirar de la polea.

Llueve metano en Titán,
lentamente,
otro satélite en Saturno,
mi esfuerzo en mosaico 
haciendo equilibrios
por el suelo.

Aquí hay un agujero,
en mi jaula.
Denme una aguja
y un hilo,
agua al núcleo
hasta que nazca el frío.

Cerrad la jaula,
cerrad la jaula.
Dejadme dentro.








sábado, 9 de septiembre de 2023

Austeridades de sal: El silencio de las escamas

 IX

El silencio de las escamas



Por la senda meridional
que trenza la cola de sirena
algunos días de agosto
me quedé en cuclillas
leyendo las escamas

Por qué no habláis
Pregunté 
Por qué aún escribís
litografías
relatos de sal
que no leerá nadie

En lo alto
se encendió la luz
incidiendo silenciosa
sobre su cara
Manchas irisadas
bañaron la laguna

Esta tarde hará viento
Entendí

De la orilla
saldrán volando mariposas
de alas blancas
que os arroparán rodando
encubriendo vuestros
poemas de agua
hasta desvanecerse

Me fui pensando
que tenían razón
hay demasiadas palabras
que no necesitan decirse











miércoles, 30 de agosto de 2023

Austeridades de sal: El color de las coordenadas

VIII 

El color de las coordenadas

Fotografías II, IV y V cedidas por Antonia Chamizo

Susurrando en paralaje
sobre el mismo cielo
A la misma hora
buscando retar la isotropía

Tus manos cubiertas
de témperas
embarcaban glaucas malvas
carnívoras
y oscilaban rútilas sobre el agua
extendiendo
el polvo cósmico de la galaxia

He oído que navegas
por sus brazos
con un mapa de ilusiones

Que tu azul varía
cuando surcas
la Rosa de los Vientos

Te he visto burlar
las coordenadas de los colores
y la lente de los que te invaden

Y sé que para lo malo
yo también les pertenezco

Te pedí perdón

Intenté robar la luz del sol
Poseerte
Guardar tu espectro
en láminas cúbicas
frías quietas

Y sin darme cuenta
dejé mi huella sobre las sales

Te pedí perdón

Entre escarlatas y esmeraldas
la sal dividía las aguas
con ilusiones ópticas
laminarmente envueltas

Y al cruzar la pasarela
mi sombra era solo una boza
sujeta al círculo del gnomon
que iba camuflándome
en la caja de espejos
posada inversa sobre el agua

En los días de calima
me hablabas con clemencia
Me ofrecías la paz
de todos tus mundos

Y bajo los vientos
de Levante y Poniente
sé que expiabas mis pecados
con la espuma

Donde nada importa
todo tiene gran valor

En esta calma
la soledad no duele
el silencio no duele
nada es especial ni es parte
ni olvidado

En esta calma
solo Gran Mago
crea
el atlas de los colores

*

Nota

Sé que esto puede parecer cutre, pero como soy partidaria de que todo sea accesible, dejo aquí lo que puede tener otras acepciones o puede resultar extraño para facilitar la lectura:


Paralaje: El paralaje es la desviación angular de la posición aparente de un objeto, dependiendo del punto de vista elegido. Debido al acortamiento, los objetos cercanos muestran un paralaje mayor que los objetos lejanos, por lo que el paralaje puede utilizarse para determinar distancias.

Isotropía: En cosmología, característica que posee el Universo de verse igual en todas direcciones sin importar la posición del o los observadores que se encuentren en él, ya que cualesquiera que sea su ubicación, estarán observando el mismo universo.

Glauco/ -a: Que es verde claro, como el agua del mar. Que tiene un brillo o claridad atenuados.

Rútilo/ -la: De color rubio subido o de brillo similar al del oro. Resplandeciente.

Boza: En náutica, una boza es un pedazo de cuerda hecho firme por un extremo en un cáncamo o en una argolla de amurada, costado o cubierta, para sujetar con el otro extremo el cabo, cable, calabrote, etc. de que se está tirando en una maniobra, a fin de que no se escurra mientras se amarra o se hace otra operación. (fr. Bosse; ing. Stopper; it. Bozza).

Gnomon: Instrumento astronómico consistente en una varilla vertical y un círculo horizontal que sirve para determinar la altura del sol o el acimut mediante la observación de la sombra que la varilla proyecta sobre el círculo. Voz tomada del latín gnōmōn 'aguja de cuadrante solar' y esta, a su vez, del griego gnṓmōn (DECH; OED, s. v. gnōmōn).

Gran Nido (en parte I): Sol.

Lantía (partes IV y VI): Luna. 
Las lantías (en desuso) eran lámparas de sebo con las que se alumbraban las brújulas.

Gran Faro: Bóveda Celeste.













lunes, 28 de agosto de 2023

Austeridades de sal

I
La puesta de sol 


Quemando mis retinas cada atardecer 
Manchas moradas flotan en el aire
La Tierra tiene muchos soles
que hacen olvidar  
la posición de la luna

Los pájaros vuelan tranquilos
hacia el oeste del Gran Nido
Cuando está casi acostado
puedes mirarle de frente

Las nubes también le miran
Cada vez más minúsculo 
solo una rayita 
y al final el fondo de un cuadro

Entonces me levanto 
y me marcho sola a casa
escuchando mis pisadas

II
Las salinas


Esencia de hadas 
salpicando el fondo
El hechizo no se abre 
si no reflecta el sol 

De sal las halobacterias 
que bucean
y salinas sus microalgas

Sus pigmentos carotenoides
vuelven las aguas rojizas
y sirven de alimento para la artemia

Las microalgas alimentan la artemia
La artemia alimenta a los flamencos
y a las gaviotas picofinas
La naturaleza nos alimenta el alma

En las orillas
las piedras juegan a la nieve
cubiertas de rosas blancas
con geometría perfecta 

Sus pétalos nunca caerán
ni aullarán de frío 
Serán de sal hasta el invierno
y luego empezarán a disolverse

Cuando al nuevo año la sal florezca
Serán de luz sus estructuras 
Y harán ramos de sed para plantarlos
En el fondo de mi boca seca

III
La playa, el puerto, 
mar en calma



Teme cuando se acerca el buen tiempo
pero en los meses más duros
echa de menos
la algarabía de sus lejanías 
Las risas amortiguadas
de los veleros y pequeños barcos

Acostumbrada a la escisión
del trazo de los navíos
se afana en sanar rápida
la cicatriz de la popa
en decorar de vida
la parte sumergida que le prestan 

En vaivén mientras reposan
Los acuna 
hasta que puedan volver a andar

Juega a dibujarse peces 
de dedos plateados
Juega a dibujarse círculos
en peonzas de arena 

Grandes medusas 
le hacen cosquillas
con la pomposa exhibición 
de sus tentáculos 

Y a veces se tiende a hacer el muerto
observando la austeridad del cielo
Azul se mira en el espejo

En la noche teje alfombras 
para enredar los pies diminutos de los niños
Fabrica pequeñas combas
que acabarán
de hierba frondosa en sus castillos

Y cuando las casas de los ermitaños cierran 
sacude tímidamente las conchas con sus olas
para decirme adiós 


IV
Lunas 


El ecosistema se nutre 
de sus rituales
Los rituales del cosmos

Cada noche rinden culto
a las gracias de Lantía
engalanando en púrpura
los diques corvos de su bóveda

No se entregan por rutina 
sino por adoración sagrada

A la protección del círculo
fieles grillos entonan sus devotas oraciones
Mosquitos danzan por la sangre
La vida foránea subyace
hasta el fin de los invasores

Me han aceptado
como una más de la manada
puedo orar en silencio
ungiendo la santidad del agua

Unto mis manos con sal
y revelo las estrellas
en su bondadosa frente 

Mañana se ocultarán
y de nuevo nadie sabrá nada


 V
Gatos a mediodía 

Fotografía de Noemi Sánchez Chamizo

Reunidos sobre las grandes rocas
hipnotizan el cristal líquido
que las salpica

Han nacido con el don de la observación 
y de sentir la piel del horizonte 
como propia

Podrían ser fugaz y pluma
Agitar el viento grácilmente
en sus pisadas

Pero aguardan 
sobre ovillos de salitre
conservando en jade 
el denso agua

Quien es paciente logra
vencer el vértigo
de no poseer nunca 
el mar inmenso

Quien se mantiene estoico
descifra las reliquias
de la abisal llanura

Desde sus ancestros  
jóvenes y ancianos los protegen 
porque saben 
que son la llave a la sabiduría

Y aunque aún liberan sus garras
y afilan el vientre de los riscos
Aceptan con gratitud y humildad 
la ofrenda seca de sus súbditos 
deslizando ligeramente
una genuflexión en los ojos

Luego serenamente 
se vuelven para escuchar
el lenguaje oculto 
de los corales

Quizás si sin pretensión me siento
y aguardo en silencio 
el sosiego de respirar junto a ellos
yo también logre entender
el canto de las algas


VI
Retorno de las gaviotas al anochecer


    


Sabe a colores que caen
a cielo que se degrada
Cuando arquean sus alas
y dirigen su sonar 
hacia el Gran Faro de Lantía

entonan canciones de marinero
para que ella también conozca
todo aquello que sucede 
cuando aún no puede ver

Regresan a casa sin melancolía 
Como Gran Faro
no tienen conciencia 
del paso del tiempo
Se dedican felices a sus trabajos
e imitan sus tareas de flexura

Flotan sin esfuerzo 
y todo encaja
Todo fluye

Yo también quisiera
volar tranquila 
hacia el eterno inicio

Pero me llora siempre
el pecho
fracturándome las alas
cuando se alejan

y se vuelven puntos camuflados
entre cristal tintado

y sus canciones 
ya no son más que un silbido 
que saben a fin de último día 


VII
En la orilla


Como yo no tenía lenguas
marinas
con las que tallar su historia 
hacía uso de la punta de los
dedos 
para trazar semicírculos
enredados por el ombligo
y presentarle así  
a las palmeras

Con la brisa
se elevaban remolinos 
de arena seca
que aportaban
un tronco a las raíces 

Como ella no podía caminar
dejaba que subiera 
a mis talones
y peinara su melena 
simulando 
ser estela en vertical

El sol serpenteaba
los pasos del agua
dejando culebrillas fulgentes
en la superficie

Y ella guardaba a sus hijos 
en el marsupio
albergando
farolillos de nácar
que se proyectaban
del nadir al cénit
para aliviarles del miedo

Es amiga de los objetos 
que brillan 
Del reflejo de las colchonetas
que distraen a los correlimos
de la pesca

Cuando yo me vaya
y progresivamente huya
la piel canela
Las olas seguirán grabadas
en arena bajo la orilla

Antes le dije
No necesitamos conocer 
el mismo idioma
yo también sé de la travesía
de la transparencia 

Le dije comprendo 
los laboriosos jeroglíficos
que subyacen

Y aún negadas de presencia
podremos llevarnos más allá 
de lo que el ojo puede ver

Escribe pronto

Dos soledades no necesitan
un lenguaje
para comunicarse



Nota y agradecimiento

Aún queda marea
que no quiere ser escrita 
Y todavía
no me presta las palabras

Esperaré

Quizás en pleamar 
se ice Quebec

A son de mar
a son de vida arribará

y en susurro 
voz de sal 
sal de letras

y allá dónde mire
el mar

Gracias















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