“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Siete espirales

En siete espirales asciendo
por tu pierna,
al extremo opuesto
de tu efigie.

No entenderás estas palabras.

Estrato córneo, 
comprendo el prisma del que mira
tallado absurdo en la retina.

Ve el tejido, 
araña y forma entre tu pelo,
el quejido

que cubre el ruido 
hacia la boca.

Siete espirales me camuflan
y no entenderás estas palabras.
Nunca quisiste hacerlo.

Risa blanca, falsa, frágil.
Siete espirales que me evaden 
del que mira

y hallo el método
sin márgenes.

Porque no hay error ni hay miedo.

Pero esa es la certeza:

No quieres
entender estas palabras:

Tú cerraste los ojos,
y ahora sé cerrar los míos.


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