Ya no quedan poemas azules,
ya no encierran al mal
la sal y las olas.
La arena se encallece
formando cemento en mis zapatos.
Bien quise dejar de roer el humo,
y aquí estoy,
untando mis manos en barro,
directas al pulmón.
Bien existen los terraplanistas,
las teorías de la conspiración
en un mundo
con el ilogismo en auge.
También firmé el entrenamiento
de la fotosíntesis y la metamorfosis,
de convertir pequeñas mariposas
en reznos que mantener lejos.
También fui presa
del mundo idiota,
también me desobedecí
dejando mi cometa
en algún lugar entre la lluvia.
No fue tu culpa, no,
no hiciste nada,
no hablaste,
la transgresión fue mía,
mi estupidez holística.
Quise dejarlo, y no lo hice.
Por falta de razón me quebranté
y ya no quedan poemas azules,
silbidos de mar donde lavar mi cara.
El dolor se guarda dentro,
remetiendo las esquinas
para cerrar la tapa.
Nota: Ninguno de los poemas subidos entre agosto-septiembre están en su versión definitiva, pero así me fuerzo a trabajar en ellos...