“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

lunes, 26 de agosto de 2019

Quisiera que fuera fácil


Si fuera tan fácil de entender
como que muere el agua en la sed
o se adivina el viento por el árbol,

dejar aquí este sentimiento
para que lo tocaras
y hacerlo así tan claro y simple

como el vapor de agua
que se evidencia
al condensar su esencia en el espejo.

Si fuera fácil de entender,
                                   créeme,
                                          quisiera

llevar el mar en una postal
para escribir palabras
sobre las crestas de las olas,

volver al pasado en mis manos
y llamar milagro
al recuerdo dactilar de tu nombre.

Y sin embargo,

me estoy mirando
desde el estrato
de una fotografía antigua:

Mi seguridad se fue
por una puerta trasera que no conozco

y he perdido

el ciudadano andar de las palomas:
           Si alguien quisiera alimentarme,
           tendría que decírmelo.

Y quisiera

ser traslúcida como la hojilla
que nieva en copos en fruto
de cereal abierto,

quisiera

ser tan clara como la luz que llueve
para irisar las alas de las polillas, 

          y dejarte ver que las nubes
          nunca son lo que parecen,
por más que despunten
entre cian y blanco
la anatomía volátil de sus figuras.

Y sin embargo,

sé que mi inseguridad es esponjosa,
que es un polietileno lleno de burbujas, 
que soy un erizo dormido
por dentro de mi escafandra.

Y sé 

que al igual que puedes oír mi piel a rastras
un segundo antes de romperse,
defenderán su hogar estos silencios.

Por eso, 
perdona que en realidad sea fácil.

Perdona que no te lo diga.


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