“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

domingo, 21 de agosto de 2016

La gran ciudad


Vivo en una gran ciudad,
una ciudad enorme, 
superpoblada,

una ciudad siempre en exceso,
siempre ocupada,

demasiado ocupada
de gente sin tiempo,
y de humo
y registros.

un solitario, dos solitarios,
tres mil ciento 
sesenta y cinco millones
de solitarios.

Vivo en esta ciudad
de grandes edificios,

una ciudad mecánica 
cuyos inmuebles
se derrumban para roncar 
y el hombre

acaba pareciéndose más al escombro
que al hombre.

cuatrocientos diecinueve mil
cien niños nacidos
que ya están solos.

Vivo en una gran ciudad 
en la que encuentras
tiendas, ocio, gustos 
para todos.

Ni un solo árbol.

y solo doscientas veinticinco
mil novecientas defunciones
por año.

Y yo siento que vivo
en la ciudad
en la que nunca vivió nadie,

una ciudad como una fábrica,
una industria que comercia,
que almacena soledades.

Y veo al hombre 

como un bloque 
de hombres que no encuentran
el momento 

de estirar la mano,
de unirse al semejante
y destruir

estas calles grandes, 
superpobladas

y vacías.









martes, 2 de agosto de 2016

Frontera


  A cada paso que doy
vuelve a crecer la distancia
entre mi pie y el horizonte.

Si pudiera yo alcanzar la línea última
            la placenta
que nos recubre y nos encierra en el tiempo
  en lugar de sollozar,

graparme al suelo con los dientes
             y esperar
que me contagie el aire infecto.
  vuestro pulmón herido.
   
    Y sin embargo aún no he nacido,
en posición fetal intento abrirle 
             un hueco
al horizonte y quedo débil.

Débil, como quien practica 
una cesárea al mundo
         y ahora descansa,
con un niño muerto entre los brazos.

   Salivo vuestra lactescencia,
la confesión transparente que no baña
la tinta roja de la lengua.
  vuestras palabras de leche.

Y el silencio es blanco,

   blanco en vuestra voz
que está plagada de esquinas:
cuando intentáis sonreír
   y el labio no se mueve,

cuando os retiene el cántico
   que os deja unidos,
como llevando en el ombligo
el cordón de una misma madre.
   
    Y no he nacido.
Cada paso que doy me va borrando
       de la tierra y sueño,

con mi visión embrionaria yo me arrullo
                 y sueño
que al fin alcanzo la frontera,

atravieso la línea última que nos encierra 
y exilio del mundo su mirada triste.










viernes, 24 de junio de 2016

Déjàvu


Sé que estuve allí y que todo
                               era inmóvil.
El tiempo, la palabra:
la diferencia era tan nimia.

Y sé que estuve allí 
sobre mis pies o mi cabeza 
y calculé:
la lentitud del hoy,
la rapidez del mañana.

Y que todo era tan exacto y había
                                tantos ojos 
y tantos parecían compartir 
    una misma pupila,
que no pude distinguir por qué,

qué hacía ese mismo brillo dentro 
de cada uno nosotros,

qué hacen con tantos 
                     nombres
para un mismo pueblo sumergido.

Y no entendí que los cuerpos fueran
                             simétricos:
los encontré siempre midiendo 
la longitud de los charcos,
preguntándose qué partes
de la visión deforme 
eran las suyas,

y no pude explicar por qué.

Para qué
el absurdo de nadar 
o hacerse el muerto,

si todo es tan simétrico,

si al final 
el mismo instante que nos crea, 
el rubor eufónico que nos mantiene,

nos termina diluyendo.

Para qué 
si no habrá un mañana
que no se repita.









sábado, 4 de junio de 2016

La restitución del nombre


Hay una onda púrpura
borrando la imagen de un espejo,
                                  sigo en mí.
Aquí hay un sauce blanco.

Aquí un recuerdo ríe
abriendo tijeras con las manos,
aquí soltaré a los perros 
deseosos de mi carne,
aquí voy a mirarles de frente.
Voy a decirles:

vuestro futuro es azul.

Estoy viendo cómo se elevan:
como un puñado de semillas
lanzadas al aire.

Y pienso dejarles competir 
por su corona de espinas,
mirarles desde el fondo mientras busco
las branquias en mi cuello:

Aquí crecerán vuestros colmillos.

Voy a verlos desde abajo:
en la campana de cristal
donde me vuelco y formo un vaso
que libera una bandada de pájaros,
están bullendo para desprender el musgo,
lo están grabando en la madera:

Aquí hay un sauce blanco.

Voy a dejar mi palabra
                             en la mesilla,
y cerraré estas tijeras,
deseosas de mi carne.









lunes, 23 de mayo de 2016

Destierro

Imagen: Gorgon City - Imagination ft. Katy Menditta

Nadie sabe dónde está el hogar.
Cuándo nos desterramos
a nosotros de nosotros mismos.
En qué momento se aleja
al cerebro de lo reciente.

Nadie sabe y nada recuerdan.
Y es, en verdad, muy triste:
que llegue la hora de la muerte
sin tener siquiera constancia
de haber vivido.









sábado, 26 de marzo de 2016

Tiempo

Vladimir Kush.                                          


Puedes coger la lluvia
y comprimirla en un folio,
hacerme ver en qué cantidad,
a qué velocidad su caída.

Y yo sabré al leerte
sobre qué baldosa o hierba muere,
cómo se deshace el cielo
o se mezcla el viento
en sus tonos de gris.

Puedes hablar tanto
y tan bien de la lluvia
que mi piel se torne húmeda,
fría, y sienta
el olor inconfundible de la tierra.

Y aun así, escucha:
La lluvia nunca será tuya,
nunca podrás crearla.
Seguirá existiendo únicamente
ahí fuera: 
muda, 
           inalcanzable,  
                                       libre.










domingo, 13 de marzo de 2016

Ciento noventa y seis nubes



Ciento noventa y seis nubes.
Las he visto.
Siempre al otro lado de la ventana.

Yo no he venido aquí
a por la guardería de insectos,
las plagas, las chinches,
a poner en cultivo a cucarachas
con Diógenes dentro.

Y hay ciento noventa y seis nubes
con forma de techo o esquina.

No he venido aquí a por el megáfono
de palabras sangrantes,
ni a ser el centro, la invención
de una guerra.

No vine aquí a arrodillarme 
con un cántaro en la cabeza
y sostener
avergonzada por la amplitud 
de mis muslos,
no vine a labrar el polvo 
y envejecer las manos.

Solo vine aquí a encontrar
algo más que mi propio eco,
un hogar.

Y contar nubes.

Pero lo que quedó de ti
está perdiendo la memoria:

Al tacto 
es abrazar un jersey 
que nadie ha usado todavía.

He guardado el olor, el sudor
grisblanquiazul de los charcos,
he dejado que se condensen:
                                                                         
Ciento noventa y seis nubes,
sin descanso.
  
He tapiado las ventanas
                para que no se fuguen
mientras me marcho
para no volver.













jueves, 10 de diciembre de 2015

Mano sobre mano


Delante de los ojos, 
mano sobre mano
para no derramar palabra alguna.

Si la realidad no cae del labio:
no existe.

Si no sedimenta en sílabas 
y no cuelga
como racimos asimétricos 
en cada oído: no existe.

Si se separa realidad y forma,
se adiestra al pensamiento
hasta moldearlo en una lámina
sin que quede en ella 
ni una mancha ni un blanco 
ni una curva de grafito:
no existe.

Si así se incrusta la palabra
y la palabra queda seca 
en una llaga 
y la llaga en la garganta.

Si se calcifica la voz, 
se enquista, 
rígida como un nexo 
entre la columna y el estómago

y así convierto mi cuerpo 
en casi idea,
casi transparencia o humo.

Si no vuelvo a verbalizarme,
si ignoro la ventana cerrada 
de vuestros oídos

y allí me quedo:
mano sobre mano.

¿Quién no existe
y dónde el yo?









martes, 8 de diciembre de 2015

Antítesis


Hay una voz oculta
en el ancho de las hojas,
y tal vez sea miedo,
                             y es
como doblar un junco
en la explanada frágil
de la memoria.

Sin embargo, 
                     ahora,
con las manos dormidas
y la cabeza en el suelo,
        ahora, ¿qué?

¿Soltaré acaso mi mano
de la obsesión anfibia,
borraré de mis recodos
los grabados de esperanza?

             Acaso, ahora

Ahora que consumo en otro
besos largos,
                        largos
como el caminar de un eco.

¿Qué haría si volviera?

¿Soplaría yo su aire
en el pulmón de otro,
sacaría el tacto húmedo
subterráneo de mi pecho

...sin querer siquiera
volver a rellenarlo?

Y en verdad 
sé que este rugido en el fondo
es el oscuro foco 
                            de mi egoísmo,
la conciencia que golpea
con la violencia de un padre.

Y aún así,
toda la sed y el hambre
con que horadé en mí 
                               sus huellas,

toda la fluidez de brazos
con los que aún escarbo,
¿cómo dejar que se pierdan?

Escucho la voz dormida
afilarme entre las hojas
y encuentro su trampa oculta.

               Ese era el interrogante:

¿Cómo querer ser justa 
                                       y besar 
un lugar o un nombre
al que no pertenezco?











miércoles, 2 de diciembre de 2015

Fosforescencia



Creedme, lo sé.
Entiendo vuestro miedo 
por ser raíz o hierba única,
ser apenas fosforescencia inocua
brillando abandonada 
en mitad de un páramo,
pero seguís adorando 
esta sociedad envuelta:

como papel de plata encerrado
en un puño, y así la vida, 
vuestra insistencia por las piedras,
de tanto roer la miseria hacia el hueso.

Y entiendo vuestro miedo
pero no os pertenezco,
porque aún prefiero 
ser apenas luz lejana
latiendo abandonada 
en mitad de un páramo,
porque prefiero el exilio y la vida
en la reverberación de una hoja

y exprimir la savia:
mi papel de plata con la aspereza
hacia fuera.

Y ser algo más que esta palabra
cansada ya de ser tan muda.









sábado, 7 de febrero de 2015

Solo hablar

Fotografía: ‘Scarcity of Hygienic Drinking Water in Dhaka city’ from entrant Ismail Ferdous.



En esta cucaracha panza arriba
que se niega a descomponerse,
en aquel lugar entre oscuro y ocre
donde nadie piensa en murallas caídas,
nadie sonríe a la cabeza de las moscas
y solo buscan el prado verde
y el sol intacto
y un silencio saliendo por los ojos,
yo habito.

Sigo siendo manzana que avanza
entre ingravidez y nada
al pie del árbol,
y aquí todas las manzanas se parecen,
pero por qué mienten,
por qué recoger el sidroso jugo
que les bañaba la lengua
y volverlo seco, casi piedra.

Que ya sé,
que no soy más que otra sombra
resistiendo al viejo olmo,
otra sombra
que nunca quiso la inclemencia de las flores
ni la adherencia de su tallo.

Solo hablar,
realizar el sencillo, fluido acto
de mover los labios,
atrapar el sonido entre los dientes,
nada más.

Y sin embargo,
en este insecto deprimido
nadie quiere ser de carne.
La sangre de un extraño 
me empapa los tobillos.
Y aquí todas las manzanas se parecen,
pero ninguna se comprende.










domingo, 1 de febrero de 2015

Anisocoria



Si me acerco una bombilla al ojo
puedo ver mi iris
aclarándose.

Hay un humano dentro.

A mi alrededor
el mundo sigue siendo
el mismo.


          










sábado, 17 de enero de 2015

Un café y una manzana



"Y todo lo que la memoria más quiere
una vez fue nuestra única esperanza de ser,
y todo lo que la esperanza adoró y perdió
ya se ha convertido en memoria.
(...)
no podemos ser lo que recordamos,
ni nos atrevemos a pensar en lo que somos."
—Versos 5,6,7,8,11 y 12 de Estrofas para ponerle música (una de ellas). 
Lord Byron, Domestic pieces, 1816.


El bocado de apariencia eterna
que llamaron juventud
aún guarda un boceto tuyo
en su memoria.

Y pregunto, ¿hasta cuándo?
¿Dirás tú algún día
hasta aquí fui joven?
¿Sentarás tu cuerpo
ya domado en una nana
y cederás, por fin, a descansar?
¿Escucharás tú, niña enmohecida,
la confesión de tus manos?

Dime si acabará, tal vez,
la debilidad en tus piernas,
el mareante espejo.
Si regresará la sangre
por tu cara y por tu vientre.

Si volverás a ser mujer
antes de atravesarte
las clavículas, las caderas,
aún pensando:
tampoco ahora es suficiente.

Te pregunto a ti, desfasada larva,
¿Cuántos pelos más han de caer,
piel secarse, para aniquilar la raíz,
la extrema meta de tu mente?
¿Hasta cuándo arrastrarás
la idea yerma de la culpa?

¿Alimentarás, quizás,
el restringido campo,
tus barbechos,
sin excavar después
la tierra misma con tus dedos?

Dime cuándo mirarás
la erosión en tus nudillos
y gritarás hueso infértil,
si desecharás de tu centro
el fatigado ingenio de esconderte,
lo cambiarás por la derrota 
de tus síntomas.

Tan solo dime,
¿qué esperas conseguir
de la insaciable ruta de tu carne, 
tu lucha siempre insatisfecha?

Tú que te miraste a los ojos
y distinguiste: 
aquí no hay triunfo
salvo embrión enfermo,
¿en qué esforzado paso
te estancaste?

Pero qué inútil, niña errática,
preguntar por la estulticia de tu hambre,
qué inútil en el fondo.
¿Cómo encerrar en una línea 
lo que sigues viendo
y convencerte?









jueves, 15 de enero de 2015

Sumisión



Yo no permití a este día
mostrar su pálida mejilla sobre mi rostro,
no busqué el tacto frío de la tierra
como imán en mis talones.

Y sin embargo, sé,
donde nadie mira
también sigue habiendo mundo,
el carrete velado de nuestra memoria.

Yo no pedí incluirme
en el rumor absurdo de las calles,
pero sé, no es necesario
empujar al agua para que fluya.

Resisto por ineptitud, cariátide,
nunca quise consentir al sol
abrir simétricos sus pétalos
sobre mis párpados.

Y sin embargo, sucedo:
Me mantengo esfinge, 
apenas una ilusión sobre la piedra
y camino,

sin entender las horas,
sin abreviar la vida.
Tal vez existir solo sea
un disimulado acto de sumisión.










domingo, 11 de enero de 2015

Búsqueda



Busco.
Alguien aprieta un poco más la brida.
Y busco.
Hay un anzuelo anudado hacia dentro.

Mira, 
la brida deshilacha el esófago.

Hundo la caña hacia dentro,
sacudo el anzuelo, 
la caña, el hombre 
con la cabeza hacia dentro.

Alguien cambiará este mar 
por un cubo de agua sucia.

Si libertad es no oponerse
a la razón del plástico,
libertad es cubrir con brea
las ramas de mis bronquios.

Mira, el cielo se hace borroso 
dentro del agua.

No quiero flotar como pez muerto,
no quiero pájaro volando
ante el perdigón de un hombre.

Solo busco el blanco, puro blanco,
y la ausencia de su óbice.
Y desde este lugar privilegiado
poder observarlo todo.










Unborn 8.0 Brown Pointer