“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Tierra


Nos está creciendo un bosque
entre los dedos:

Huele la tierra que nos cubrirá el rostro,
como hormigas rojas devorando
nuestros ojos midriáticos de culpa.

Inunda el bosque y su maleza:
Vamos a quedarnos quietos
y arrasados por la hierba.

Aquí, en el contingente de lagartos.
Aquí, donde la rabia nace
para anegarse en nuestras bocas.

No podemos frenar el bosque:
aprenderé entonces del entierro.

Así que entended por qué este aliento,
a qué este bosque:
Que a nadie importará que la tierra
nos esté cubriendo el rostro.


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