“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Mentiras


Lanza un grito teléstico
como si alguien fuera
a molestarse en descifrarlo,
desenvuelve una a una las palabras
que conforman el silencio
y arruga después el envase
hasta tirarlo.

Quisiera lanzarme a la basura
como un bote vacío
y ser el bote vacío
que dormita boca abajo,

que se me escurran 
las palabras por las paredes,
que se expriman los nombres
borrados del diccionario
que se parezcan al mío,

y cerrar los ojos boca abajo
al lenguaje desolado
que deshila su voz
en el desierto.

Porque boca abajo 
está más permitido
que colgar de un árbol.

Porque finalmente 
me he agarrado al silencio 
para que no se me escape
y soy el insecto
que aletea en una jaula de hierro
hasta oxidarse.

Los ojos nunca se acostumbran
a la oscuridad,
el viaje nunca se acaba
con los pies descalzos,
el aire perdido nunca mira atrás.

Si no se escucha el sonido
en el vacío,
entonces
para qué
necesito los verbos.

Ya solo espero 
el aumento de presión
que me implosione.
Y rezo: que sea pronto,
que sea hoy.

Aunque describa
que si hubiese un dios
tampoco se molestaría 
en escucharme.

Así es como me estoy 
cansando,
así es como me estoy 
vendiendo al abandono.

Y diré:
A todos 
los que me 
desecharon: 
gracias.

Y será mentira.

Porque conservar 
las contantes vitales
nunca ha sido lo mismo 
que estar viva.

Diré que ya no,
y será mentira.

Nunca te acostumbras al dolor
por más que pises fronteras
que no necesitas.

Nunca llega el mañana
cuando siempre es ayer
y ayer
es siempre el mismo día
que no te recuerda.

Es mentira,
nunca decepcionan menos
las manos que empujan al abismo
o perforan menos
el celofán y la careta.

Porque sangra más el rechazo
que la transparencia.

Gritaré por los ojos 
en morse,
como si hubiera
algún humano al otro lado
con una baraja de empatía.

Ya solo quiero ser un bote vacío,
vacío.

Y dormir boca abajo
al fin
cayendo
muy lejos 
de este charco 
de mentiras.






Todo esto solo por el agotamiento que me genera la "empatía" que se queda en el botoncito de compartir, la pegatina justa de "buena persona". Mucha sensibilidad, pero a tragedias lejanas, claro, no vaya a ser que realmente haya que hacer o ESCUCHAR algo... Uf, ¿eh? Qué cansancio, illo. (Véase el caso de victimasectoreditorial, cuyos testimonios son salvajemente compartidos con indignación, pero luego SIGUEN invitando a esos maltratadores y violadores a eventos, dándoles premios y poco más que chupándoles las canicas bajo la túnica de asquidioses).
Esto se traduce como: que el círculo cercano como si se muere, mientras no me moleste...
Empatía de la quietud. Culito de sofá.
Vamos que no me creo nada del buenquedismo, que a la hora de la verdad un lapicero desprende más empatía, que qué buen uso hacemos de las redes, ¿verdad, coleguis? 
Que, en fin: Los humanos nunca defraudamos siendo lo peor.


El camino que tomé
más allá de la alameda
es el que ahora nubláis
bajo el sol de las palmeras.
Sopla un viento que brilla y que
por el hueso se me mete.


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