Jamás veré la lluvia sino sus gotas,
el cuarzo blanco que hecho fragmentos
se suspende en el aire para siempre.
Nunca el olor de la humedad ni el ruido
que al paliar la sed de las raíces
va lamiendo en espiral la enredadera,
ni siquiera el tacto acuoso si resbala
y ve nacer la verde hojilla,
el musgo en prado entre las grietas.
Y si unida a ti yo solo existo,
si unida a ti yo soy tan hombre
como el revés del hombre que me observa,
entonces soy el panteón y el niño,
la fiera, el ángel, y niebla y guerra.
Pues al ser de ti sin conocer tu historia,
en vida estoy sin alcanzar la vida,
y mi inmortal retrato refleja siempre
no el efusivo indicio de tu recuerdo,
sino el cortado esqueje de la memoria.
*Poema incluido en el proyecto Constelaciones: Cassiopeia.
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