“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

martes, 26 de septiembre de 2017

El melocotón mecánico


El Mediterráneo es ahora
un melocotón mecánico.

Cada mañana,
antiguos guardacostas
se juntan en su orilla
y dan cuerda
a esa versión marítima
de la ingeniería,

rodeada

por oleadas de filas 
de móviles 
y tipos japoneses,
que ondean

y cubren con manzanas
los engranajes metálicos
que ya no pueden girar.

Porque el Mediterráneo es ahora
un melocotón mecánico,
y es una máquina famosa
en todo el mundo,
          
        —aunque a nosotros
          nos parecía más importante
          tener agua.

Pero para ellos importa.

Y nos dicen que alimentan con arte
un futuro
que no podremos morder.

Y la verdad
es que la naturaleza
y el público
          tenemos
                 cada vez
                            más
                                  sed.


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