“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

domingo, 1 de octubre de 2023

Viaje a Lemuria


                                                                                                      —Mapa de Lemuria según William Scott-Elliott (1896).


 ¿Cuánto se tarda
en viajar a Lemuria?
Amasando mar
dentro de la clepsidra
hasta cortar mantequilla
y desvelar tras los ojos
los viejos misterios
de la cartografía.

Desde Hiperbórea a Atlantis,
más allá del ocaso de Verne,
resinas de tinta
han sumergido los mapas
en las entrañas de azur,
fusionando las incógnitas del agua
a los raídos trajes de los buzos.

Sin embargo,
sobre las costuras de las orillas
que esconden al continente,
aún se halla el dormitar parejo 
de los fósiles
y el observar mudo de las mismas rocas.

Y Lemuria espera,
abriendo los brazos
bajo la densa moqueta
en tentadora nueva vida.

No es a lo desconocido a lo que temo,
sino a los exiguos caminos
tantas veces transitados
por la contención de la púrpura,
a los destinos ácidos de sus sendas.

El conquistar nuevas rutas,
el pergeñar nuevos mapas
que rescatar del sextante,
son por ende el alivio
al que ahora aspiro.

¿Cuánto se tarda
en devorar un continente?
¿En solidificar en capas
el interior de mi cuerpo
y rescatar de lo profundo
la esfera amilar
con la que insensibilizar el cosmos?

He deshilvanado
las hirientes fauces
que muerden las costas
que ya han sido descubiertas.

Navego dentro de la clepsidra,
amasando mar,
y zurciré mis manos de exploradora
hasta hacer leyenda
la desazón arraigada
de los sentimientos.



***

Nota: Este texto se muestra en versión no definitiva.

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