Primero la caída
al golpear contra la espalda.
Yacer
sobre unos huesos
de unos otros, compost
de manos o ilusiones que aguardaron
una ayuda o un respiro,
alguna tierra.
No ver jamás esa gran bóveda
hacerse noche más arriba.
Y aún escurrir
entre unos huesos,
vieja arena en el desierto.
Ser
cada parte de nosotros
una vértebra, una tibia.
Ser
cada parte de nosotros
un espectro aún con carne.
Perdóname, madre.
Perdóname, hermana.
Perdonad
quienes llevasteis luz
a la uña leve
de mi efigie.
Y sabed
que alguna vez he de llegar
al fondo,
el que me espera.
Ser solo radiografía.
Y allí encontrar
que ya no hay tierra,
ni siquiera entre la boca
de los muertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario, insulto o amenaza: