Creedme, lo sé.
Entiendo vuestro miedo
por ser raíz o hierba única,
ser apenas fosforescencia inocua
brillando abandonada
en mitad de un páramo,
pero seguís adorando
esta sociedad envuelta:
como papel de plata encerrado
en un puño, y así la vida,
vuestra insistencia por las piedras,
de tanto roer la miseria hacia el hueso.
Y entiendo vuestro miedo
pero no os pertenezco,
porque aún prefiero
ser apenas luz lejana
latiendo abandonada
en mitad de un páramo,
porque prefiero el exilio y la vida
en la reverberación de una hoja
y exprimir la savia:
mi papel de plata con la aspereza
hacia fuera.
Y ser algo más que esta palabra
cansada ya de ser tan muda.
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