“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Aerodinámica


Doy mis ojos al cielo,
mis ojos que fugan
en poliédrico aura.

Esfumo mis ojos al cielo
por si pudiera el cielo
colorear el grito.

Exhalo el sonido
por si lo ampara,
por si llena mi aliento

de transparencias,
si pone en mi voz
las nubes

donde infiriera
esta mirada muda
por el tacto.

                

jueves, 1 de febrero de 2018

El declive


Primero la caída 
al golpear contra la espalda. 
Yacer 
sobre unos huesos 
de unos otros, compost
de manos o ilusiones que aguardaron 
una ayuda o un respiro, 
alguna tierra.

No ver jamás esa gran bóveda 
hacerse noche más arriba.

Y aún escurrir 
entre unos huesos,
vieja arena en el desierto.

Ser
cada parte de nosotros
una vértebra, una tibia.

Ser
cada parte de nosotros
un espectro aún con carne.

Perdóname, madre.
Perdóname, hermana.
Perdonad
quienes llevasteis luz
a la uña leve
de mi efigie.

Y sabed 
que alguna vez he de llegar
al fondo, 
el que me espera.

Ser solo radiografía.

Y allí encontrar 
que ya no hay tierra, 
ni siquiera entre la boca
                 de los muertos.


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