Yo no permití a este día
mostrar su pálida mejilla sobre mi rostro,
no busqué el tacto frío de la tierra
como imán en mis talones.
Y sin embargo, sé,
donde nadie mira
también sigue habiendo mundo,
el carrete velado de nuestra memoria.
Yo no pedí incluirme
en el rumor absurdo de las calles,
pero sé, no es necesario
empujar al agua para que fluya.
Resisto por ineptitud, cariátide,
nunca quise consentir al sol
abrir simétricos sus pétalos
sobre mis párpados.
Y sin embargo, sucedo:
Me mantengo esfinge,
apenas una ilusión sobre la piedra
y camino,
sin entender las horas,
sin abreviar la vida.
Tal vez existir solo sea
un disimulado acto de sumisión.
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