“Las observaciones y vivencias del solitario taciturno son al mismo tiempo más confusas y más intensas que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y nunca exentos de cierto halo de tristeza. Ciertas imágenes e impresiones de las que sería fácil desprenderse con una mirada, una sonrisa o un intercambio de opiniones le preocupan más de lo debido, adquieren profundidad e importancia en su silencio y devienen vivencia, aventura, sentimiento. La soledad engendra lo original, lo audaz e inquietantemente bello: el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito”.

—La muerte en Venecia, Thomas Mann.

martes, 17 de septiembre de 2024

Trust nothing but pain


Situación: Mirando los patos en el lago, el agua está congelada. Al fondo hay una caravana llena de gente muda. Alguien siente las orejas calientes bajo su gorra con forro, está dentro de un taxi y mira por la ventana, también ve el lago helado y se pregunta por los patos.

...


Parece que no queda más remedio, tendrá que ser cruento. 

Tengo miedo.

Pero no puedo seguir así, es agónico. 

Estoy intentando ver a todo el mundo. No sé por ni para qué. Quizás por eso no le estoy poniendo demasiado empeño, hace tiempo que me alegra que me digan que no. Una molestia menos, una ansiedad menos. Además no me creo nada, tampoco de mí.

Suena cínico, es asqueroso.

Me pregunto muchas cosas, salgo a correr todos los días a ver si me canso y me calmo, pero aún siento mucha ira, no sé si es ira o frustración, la verdad, pero tampoco importa ¿no es así? Hay cosas más importantes que no entiendo.

Hago tantas cosas como cosas me pregunto, pero simplemente estoy más cansada y desbordada. No hay cambios.

Tengo miedo de que no funcione, de que no lo logre. Tengo mucho miedo del dolor, pero ¿no es que ya lo tengo? De todos modos, hay un tipo de dolor físico que me gusta, no es masoquismo, no es nada obsceno. Ese dolor... simplemente me hace sentir, porque siento que lo merezco, y eso es sentir, y es un tipo de dolor soportable. Y se queda, esas marcas en el cuerpo se quedan, y también puedo sentirlas. ¿Qué tipo de dolor físico me da miedo, entonces? Yo también me lo pregunto mucho, y me regaño también otro tanto por ser tan cobarde, por ser tan antítesis.


Dije, algún día entenderé por qué dios nos odia, luego recordé que era atea.


Ahora que lo pienso... no creo que pueda ver a mucha gente, si soy sincera, claro que... no es como si importara, eso siempre lo he sabido.


¿Quizás soy más consciente desde que me acepté como monstruo? El monstruo que soy aunque no quiera. Nací en él. Dentro, fuera.


Ni siquiera recuerdo exactamente qué día comencé el entrenamiento, cuándo fue el día que me vi el monstruo, el día que vi claro qué merecía y qué no, el día que empecé a usar una goma de borrar por dentro, pero a veces me vienen pequeños destellos de anotaciones en el desahogario, recuerdos de cuando la idea empezaba a entrar en mi cabeza, lo que sentía... Ahora cada vez siento menos y todos los sentimientos se parecen, hace muchos años de eso... aunque también es verdad que la otra idea es mucho, mucho más antigua, casi nací con ella grabada ¿no crees? Creo que ni siquiera puedo culpar a ningún trauma por ello. Cualquier cosa, solo estalló lo que yo ya era.


Pensaba en ello cuando aún ni siquiera lo entendía, lo vi escrito por mí aquí y allá, no logro recordarme escribiendo aquellas cosas, pero ponía la fecha. 

Yo no sabía que con ciertas edades se podían pensar ciertas cosas. 


Ojalá todo hubiera sido de otra manera, pero sigo aceptando, como la rendida que soy. 

Tampoco hay nada que pueda hacer para evitar nada ¿no crees? Solo soy una humana, al fin y al cabo, una humana monstruo, defectuosa, pero humana. Qué puedo hacer yo para evitar nada, para cambiar nada. 


Creo que la goma de borrar está ya muy desgastada.

Es posible que esto sea lo de siempre y que sea lo último, y da lo mismo, estoy enferma de hablar, la idea de mantener una conversación se me hace cada vez más pesada, estoy cansada de escribir, por eso cada vez lo hago peor, ya no me importa, he perdido todo lo que me parecía importante. He querido ser mejor, pero sigo siendo solo yo. 

Ya, yo tampoco entiendo entonces por qué ahora esto. Si tan cansada estoy de escribir qué escribo y qué hablo, yo tampoco lo entiendo. Qué más da. Quién. Cuándo. Qué.

Me hago muchas preguntas, pero nunca entiendo nada.


De todos modos, ya solo me fío del dolor.


sábado, 27 de julio de 2024

Carta a A.

 Hola, A.

Ayer descubrí la carta más corta del mundo:
Preocupado por las ventas de su libro, Victor Hugo le envió tan solo una interrogación a su editor (?). Tuvo la respuesta más corta del mundo:
Su editor le hizo saber que las ventas iban bien devolviendo tan solo una exclamación (!).

A., en cartas tan cortas los dos se entendieron.
Pensé que te gustaría saberlo (a mí me habría gustado decírtelo). 

Me recordó a ti, supongo. Supongo que tú veías mis ojos de símbolo porque tú también los llevabas: No me hacías avergonzarme por cómo me sentía. Creo que fue porque tú también conocías lo inevitable, tú también tenías que esconderte bajo la alfombra.

Lo de Victor Hugo quería contártelo, A., porque nunca llegué a decirte que cada vez que me miraste, recibí tu exclamación.


Perdona el resto., A, Aún te quiero.


También: A.

miércoles, 24 de julio de 2024

Pájaro esquivo



En algún lugar
unos granos de arena
han dejado de caer,
en algún lugar alguien 
ha sido testigo 
de cómo depositaban allí su ruido:

sordo, pequeño, 
pero ruido,

han dejado de caer,
aunque no para nosotros.

Fue aquel día que vi 
tus pestañas abiertas,
ventanas puras al primer azul
de la mañana,
el visillo transparentando el aire.

Fue el día que vi
aquel pájaro triste, solitario, 
huyendo, buscando altura
entre los cristales.

Aquel día no oímos el ruido sordo,
menudo,
no lo oímos venir,

pero vimos el azul abierto
disparando entre las pestañas,
el visillo ondeando 
hasta deshacerse en el viento,
el pájaro boqueando entre los cristales.

Granos de arena
habían dejado de caer
cuando nos alcanzó 
la verdad terrible.

Por qué.

El por qué fue el día 
en que nos llegó la parálisis,
el día en que te vi 
rompiéndote en el vacío,

el por qué
fue cuando la vista de tu imagen
empezó a agrietarse, 
alejada sobre fragmentos de espejo 
que iba absorbiendo.

Por qué.
El por qué.

El por qué fue la verdad terrible
que nos desvanecía.
Toda tu piel era una pregunta
que me daba vueltas.

El ruido era tan pequeño
que pudimos oír 
cómo nos enterraba.

El por qué fue el día 
en que la lágrima
nos cerró los ojos 
y pudimos verlo.

Quise dejarme caer 
sobre tus hombros
para borrar 
que ya no hubiera nada.

Nada que hacer.
Tu huella inocente.

Por qué,
por qué.
El por qué:

Que tú y yo éramos... 
iguales.

viernes, 10 de mayo de 2024

Aquellos días azules con María


Tienes que recordar la primera vez
que notaste el cielo azul sobre tus ojos, 
el azul del mar que te fundió el alma,
azul con el cuerpo en equis y los oídos silbantes,
azul sobre tus ojos y sobre ellos
el azul de las gaviotas centinelas 
y alargadas.

Tienes que recordar
volverte amarilla sobre la arena,
y el amarillo casi naranja casi rojo atardecer 
sobre la sal que te enraizó las manos.

Hemos estado sentadas 
en una de aquellas mesas
que germinan en la universidad,
y el césped se nos ha ido mezclando,
escalando 
entre nuestros pies de no universitarias 
sin apenas darse cuenta,
como habiendo sido tú o yo
alguna astilla que habitara 
la última esquina de una mesa
o la mesa misma.

Y fue mientras enterraba a conciencia
mis pies colgantes y holgazanes,
que me miraste a los ojos
y hablaste.

¿Te arrepientes?

dijiste

Y yo me habría pasado los dedos
por la prominencia de las costuras.

Me arrepiento

te dije

Y en aquel momento 
no me sentí feliz 
de haber llegado a ser quien era.

Sinceramente

te dije

preferiría haber sufrido menos
y ser ahora peor persona.


Yo no me arrepiento

aseguraste


Y sonaste tan valiente que te miró el viento.

Yo no me arrepiento.

Y tus palabras se hicieron remolinos
que me bailaron por dentro.


Pero yo, María,
a veces sí lo lamento,
y recuerdo las primeras veces
que me han nacido después de la tortura,
y me paso los dedos por los zurcidos azules
que me abultan el cuerpo.

Yo no me arrepiento

dijiste

Y yo supe que eras sincera 
porque se te veía en la lengua,
porque se veía que te salían las palabras talladas
como los dorados y azules
de un idioma antiguo.


Sufrir o no, quizás, 
no es más que un anexo de la casualidad,
pensé entonces.


Sufrir o no
no era el culpable de nuestro ser como personas.

Pero tú no te arrepentías, amiga.

Tú no te arrepentiste 
cuando pensamos en el sufrimiento,
cuando lo vimos como pequeños dioses creadores
que nos pintan la cara y nos esconden las llaves.

Yo no me arrepiento

aseguraste


Y, María, 
aquel día azul contigo,
en aquel azul ascético de tus palabras,
viví la primera vez de darme cuenta
sin haber sufrido.


***
«Estos días azules y este sol de la infancia» fueron los últimos versos de Machado, fueron hallados en un papel dentro de su chaqueta el día de su muerte el 22 de febrero de 1939 en Colliure, Francia.

sábado, 23 de septiembre de 2023

Quererte no dolía

 (...)

Por falta de razón 
ya no quedan 
silbidos de mar 
donde lavar mi cara.

El dolor se guarda dentro,
remetiendo las esquinas
para cerrar la tapa.




Nota: Ninguno de los poemas subidos entre agosto-septiembre están en su versión definitiva, pero así me fuerzo a trabajar en ellos...

martes, 19 de septiembre de 2023

El Amor

 

                                                                           Vicente Huidobro

I

Imagina que llega el eclipse
y no nos pilla mirando.
Todo ese espacio,
infinito y en expansión.
Tan frío.

Por si acaso,
sigo mirando al cielo
relatando deseos,

por si acaso 
en esa misma dirección,
en ese preciso instante
quisiera el cielo
exhalar confeti.

Quizás, 
en muchos años,
cuando su imagen alcance
los ojos de la Tierra,
alguien más estará
mirando y dirá
«Ahí va su deseo».

Imagina 
que ya llega el eclipse,
que ya ha llegado,
y yo aún estoy
flotando entre el frío,
tanto espacio,
buscando mirarte 
a los ojos.

II

Hay un agujero en mi jaula,
una narina que respira, 
yo no sé cuándo ha crecido.

Pero el agujero se ha hecho
grande,
derrama sangre y palpita,
le atraviesan.

Me he asomado 
al exterior
y he visto el falso sol
de las luciérnagas.

Demasiada luz incide
insistiendo en verme ciega,
en hacerme olvidar
el hueso pútrido de las cerezas,
pero aún recuerdo.

Sé que bajo el refugio
de aquellos árboles 
de alas carnosas 
la desolación me espera,
que ese pájaro es un bulbo
que desbroza en su vientre
un jardín de plagas.

Se ha hecho eco el agujero
en los cristales de mi jaula,
no recuerda el dolor
de sacarse el amor del pecho,
las nubes de azufre
que inundaron Venus,
el entierro del nido
en la montaña.

He vuelto a cocinar pienso,
nuevamente,
a frotarlo por las paredes.

Vuelvo a gritar
¡Llevadme presa!

¡Aquí está la chica surco,
la del erizo,
la que sortea la médula espinal 
en la tormenta eléctrica!

La chica frágil, frágil,
la que no estaba
cuando se decidió quién era.

Se está tan bien sin tirar de la polea.

Llueve metano en Titán,
lentamente,
otro satélite en Saturno,
mi esfuerzo en mosaico 
haciendo equilibrios
por el suelo.

Aquí hay un agujero,
en mi jaula.
Denme una aguja
y un hilo,
agua al núcleo
hasta que nazca el frío.

Cerrad la jaula,
cerrad la jaula.
Dejadme dentro.




sábado, 9 de septiembre de 2023

Austeridades de sal: El silencio de las escamas

 IX

El silencio de las escamas



Por la senda meridional
que trenza la cola de sirena
algunos días de agosto
me quedé en cuclillas
leyendo las escamas

Por qué no habláis
Pregunté 
Por qué aún escribís
litografías
relatos de sal
que no leerá nadie

En lo alto
se encendió la luz
incidiendo silenciosa
sobre su cara
Manchas irisadas
bañaron la laguna

Esta tarde hará viento
Entendí

De la orilla
saldrán volando mariposas
de alas blancas
que os arroparán rodando
encubriendo vuestros
poemas de agua
hasta desvanecerse

Me fui pensando
que tenían razón
hay demasiadas palabras
que no necesitan decirse


miércoles, 30 de agosto de 2023

Austeridades de sal: El color de las coordenadas

VIII 

El color de las coordenadas

Fotografías II, IV y V cedidas por Antonia Chamizo

Susurrando en paralaje
sobre el mismo cielo
A la misma hora
buscando retar la isotropía

Tus manos cubiertas
de témperas
embarcaban glaucas malvas
carnívoras
y oscilaban rútilas sobre el agua
extendiendo
el polvo cósmico de la galaxia

He oído que navegas
por sus brazos
con un mapa de ilusiones

Que tu azul varía
cuando surcas
la Rosa de los Vientos

Te he visto burlar
las coordenadas de los colores
y la lente de los que te invaden

Y sé que para lo malo
yo también les pertenezco

Te pedí perdón

Intenté robar la luz del sol
Poseerte
Guardar tu espectro
en láminas cúbicas
frías quietas

Y sin darme cuenta
dejé mi huella sobre las sales

Te pedí perdón

Entre escarlatas y esmeraldas
la sal dividía las aguas
con ilusiones ópticas
laminarmente envueltas

Y al cruzar la pasarela
mi sombra era solo una boza
sujeta al círculo del gnomon
que iba camuflándome
en la caja de espejos
posada inversa sobre el agua

En los días de calima
me hablabas con clemencia
Me ofrecías la paz
de todos tus mundos

Y bajo los vientos
de Levante y Poniente
sé que expiabas mis pecados
con la espuma

Donde nada importa
todo tiene gran valor

En esta calma
la soledad no duele
el silencio no duele
nada es especial ni es parte
ni olvidado

En esta calma
solo Gran Mago
crea
el atlas de los colores

*

Nota

Sé que esto puede parecer cutre, pero como soy partidaria de que todo sea accesible, dejo aquí lo que puede tener otras acepciones o puede resultar extraño para facilitar la lectura:


Paralaje: El paralaje es la desviación angular de la posición aparente de un objeto, dependiendo del punto de vista elegido. Debido al acortamiento, los objetos cercanos muestran un paralaje mayor que los objetos lejanos, por lo que el paralaje puede utilizarse para determinar distancias.

Isotropía: En cosmología, característica que posee el Universo de verse igual en todas direcciones sin importar la posición del o los observadores que se encuentren en él, ya que cualesquiera que sea su ubicación, estarán observando el mismo universo.

Glauco/ -a: Que es verde claro, como el agua del mar. Que tiene un brillo o claridad atenuados.

Rútilo/ -la: De color rubio subido o de brillo similar al del oro. Resplandeciente.

Boza: En náutica, una boza es un pedazo de cuerda hecho firme por un extremo en un cáncamo o en una argolla de amurada, costado o cubierta, para sujetar con el otro extremo el cabo, cable, calabrote, etc. de que se está tirando en una maniobra, a fin de que no se escurra mientras se amarra o se hace otra operación. (fr. Bosse; ing. Stopper; it. Bozza).

Gnomon: Instrumento astronómico consistente en una varilla vertical y un círculo horizontal que sirve para determinar la altura del sol o el acimut mediante la observación de la sombra que la varilla proyecta sobre el círculo. Voz tomada del latín gnōmōn 'aguja de cuadrante solar' y esta, a su vez, del griego gnṓmōn (DECH; OED, s. v. gnōmōn).

Gran Nido (en parte I): Sol.

Lantía (partes IV y VI): Luna. 
Las lantías (en desuso) eran lámparas de sebo con las que se alumbraban las brújulas.

Gran Faro: Bóveda Celeste.

lunes, 28 de agosto de 2023

Austeridades de sal

I
La puesta de sol 


Quemando mis retinas cada atardecer 
Manchas moradas flotan en el aire
La Tierra tiene muchos soles
que hacen olvidar  
la posición de la luna

Los pájaros vuelan tranquilos
hacia el oeste del Gran Nido
Cuando está casi acostado
puedes mirarle de frente

Las nubes también le miran
Cada vez más minúsculo 
solo una rayita 
y al final el fondo de un cuadro

Entonces me levanto 
y me marcho sola a casa
escuchando mis pisadas

II
Las salinas


Esencia de hadas 
salpicando el fondo
El hechizo no se abre 
si no reflecta el sol 

De sal las halobacterias 
que bucean
y salinas sus microalgas

Sus pigmentos carotenoides
vuelven las aguas rojizas
y sirven de alimento para la artemia

Las microalgas alimentan la artemia
La artemia alimenta a los flamencos
y a las gaviotas picofinas
La naturaleza nos alimenta el alma

En las orillas
las piedras juegan a la nieve
cubiertas de rosas blancas
con geometría perfecta 

Sus pétalos nunca caerán
ni aullarán de frío 
Serán de sal hasta el invierno
y luego empezarán a disolverse

Cuando al nuevo año la sal florezca
Serán de luz sus estructuras 
Y harán ramos de sed para plantarlos
En el fondo de mi boca seca

III
La playa, el puerto, 
mar en calma



Teme cuando se acerca el buen tiempo
pero en los meses más duros
echa de menos
la algarabía de sus lejanías 
Las risas amortiguadas
de los veleros y pequeños barcos

Acostumbrada a la escisión
del trazo de los navíos
se afana en sanar rápida
la cicatriz de la popa
en decorar de vida
la parte sumergida que le prestan 

En vaivén mientras reposan
Los acuna 
hasta que puedan volver a andar

Juega a dibujarse peces 
de dedos plateados
Juega a dibujarse círculos
en peonzas de arena 

Grandes medusas 
le hacen cosquillas
con la pomposa exhibición 
de sus tentáculos 

Y a veces se tiende a hacer el muerto
observando la austeridad del cielo
Azul se mira en el espejo

En la noche teje alfombras 
para enredar los pies diminutos de los niños
Fabrica pequeñas combas
que acabarán
de hierba frondosa en sus castillos

Y cuando las casas de los ermitaños cierran 
sacude tímidamente las conchas con sus olas
para decirme adiós 


IV
Lunas 


El ecosistema se nutre 
de sus rituales
Los rituales del cosmos

Cada noche rinden culto
a las gracias de Lantía
engalanando en púrpura
los diques corvos de su bóveda

No se entregan por rutina 
sino por adoración sagrada

A la protección del círculo
fieles grillos entonan sus devotas oraciones
Mosquitos danzan por la sangre
La vida foránea subyace
hasta el fin de los invasores

Me han aceptado
como una más de la manada
puedo orar en silencio
ungiendo la santidad del agua

Unto mis manos con sal
y revelo las estrellas
en su bondadosa frente 

Mañana se ocultarán
y de nuevo nadie sabrá nada


 V
Gatos a mediodía 

Fotografía de Noemi Sánchez Chamizo

Reunidos sobre las grandes rocas
hipnotizan el cristal líquido
que las salpica

Han nacido con el don de la observación 
y de sentir la piel del horizonte 
como propia

Podrían ser fugaz y pluma
Agitar el viento grácilmente
en sus pisadas

Pero aguardan 
sobre ovillos de salitre
conservando en jade 
el denso agua

Quien es paciente logra
vencer el vértigo
de no poseer nunca 
el mar inmenso

Quien se mantiene estoico
descifra las reliquias
de la abisal llanura

Desde sus ancestros  
jóvenes y ancianos los protegen 
porque saben 
que son la llave a la sabiduría

Y aunque aún liberan sus garras
y afilan el vientre de los riscos
Aceptan con gratitud y humildad 
la ofrenda seca de sus súbditos 
deslizando ligeramente
una genuflexión en los ojos

Luego serenamente 
se vuelven para escuchar
el lenguaje oculto 
de los corales

Quizás si sin pretensión me siento
y aguardo en silencio 
el sosiego de respirar junto a ellos
yo también logre entender
el canto de las algas


VI
Retorno de las gaviotas al anochecer


    


Sabe a colores que caen
a cielo que se degrada
Cuando arquean sus alas
y dirigen su sonar 
hacia el Gran Faro de Lantía

entonan canciones de marinero
para que ella también conozca
todo aquello que sucede 
cuando aún no puede ver

Regresan a casa sin melancolía 
Como Gran Faro
no tienen conciencia 
del paso del tiempo
Se dedican felices a sus trabajos
e imitan sus tareas de flexura

Flotan sin esfuerzo 
y todo encaja
Todo fluye

Yo también quisiera
volar tranquila 
hacia el eterno inicio

Pero me llora siempre
el pecho
fracturándome las alas
cuando se alejan

y se vuelven puntos camuflados
entre cristal tintado

y sus canciones 
ya no son más que un silbido 
que saben a fin de último día 


VII
En la orilla


Como yo no tenía lenguas
marinas
con las que tallar su historia 
hacía uso de la punta de los
dedos 
para trazar semicírculos
enredados por el ombligo
y presentarle así  
a las palmeras

Con la brisa
se elevaban remolinos 
de arena seca
que aportaban
un tronco a las raíces 

Como ella no podía caminar
dejaba que subiera 
a mis talones
y peinara su melena 
simulando 
ser estela en vertical

El sol serpenteaba
los pasos del agua
dejando culebrillas fulgentes
en la superficie

Y ella guardaba a sus hijos 
en el marsupio
albergando
farolillos de nácar
que se proyectaban
del nadir al cénit
para aliviarles del miedo

Es amiga de los objetos 
que brillan 
Del reflejo de las colchonetas
que distraen a los correlimos
de la pesca

Cuando yo me vaya
y progresivamente huya
la piel canela
Las olas seguirán grabadas
en arena bajo la orilla

Antes le dije
No necesitamos conocer 
el mismo idioma
yo también sé de la travesía
de la transparencia 

Le dije comprendo 
los laboriosos jeroglíficos
que subyacen

Y aún negadas de presencia
podremos llevarnos más allá 
de lo que el ojo puede ver

Escribe pronto

Dos soledades no necesitan
un lenguaje
para comunicarse



Nota y agradecimiento

Aún queda marea
que no quiere ser escrita 
Y todavía
no me presta las palabras

Esperaré

Quizás en pleamar 
se ice Quebec

A son de mar
a son de vida arribará

y en susurro 
voz de sal 
sal de letras

y allá dónde mire
el mar

Gracias






sábado, 12 de junio de 2021

La esperanza mínima


Neonata

pero no recuerdas el sin diente de lactante
y aún cazabas sueños desnuda de los ojos sin tacto,
invisibles versos como correría el futuro, minúscula 
minúscula, que vendrían las palabras descoloridas
por el gotelé de las paredes y dormirías
y tendrías ropa y el brasero y la bravura de los árboles
que no recuerdan la cabeza sin pelo, 
no crecerá el rubio en el silencio de las liendres, 
apretado en el cerebro sin recuerdos
con la prensión pulgar del labio en el silencio,
porque ya sabías sin saberlo, 
silencio



Niñez

sola sola en los patios de colegio
y canciones infantiles de gramola,
de las montañas rocosas con laderas y caderas
en telarañas sin lindes,
invitada en masa y al deber paterno
de cumpleaños escolares,
puerta cerrada en la caseta y abierta en la premura del baño
harían mi desnudez vulnerable y sin palabras para escribir el miedo,
niña niña minúscula y sola, conociste la felicidad para los otros
sin tantear aún la propia por el hoyo de los dedos



Adolescencia

más rocas corriendo y el hambre urgente de las líneas,
líneas líneas en el negro por los ojos y palabras que encerraran
la amplitud del cuerpo, niña casi, niña que perdiste en el vagón de la negada,
niña niña volviendo en línea arcilla sobre los dientes, hoja
metálica de psiquiatría, mecánica y salas que te guardaban
de la muerte con pastillas, suicidio precario de sueldo no pagado
como tu futuro inconcluso y defectuoso,
soledad de horas y palabras que enclaustrabas en diarios
con muescas cortadas y huecos en los que derramar la tinta
negra negra como tus fibras rodeando los brazos solos
por siempre solos por siempre solos que no sabías,
mente de café corre deprisa, distorsionada,
por las teclas calla-calla la manta tuerta de esqueletos,
tienes viento, calla-calla y la noche que silba entre los árboles
hasta exhalar la noche y el mal ambiente de los huesos.



Adultez

No te llega la memoria automática de vientres, sola sola,
descarnada de calores, invisible sueño de los cuerpos
ya no tienes,
escribe exilios de palabras nuevamente
rodeando en versos la memoria que trajiste etérea desde la lactancia sin diente,
roja roja la encía que cayó de las muñecas clínicas y rientes de ti
y de los abusos del vagón que no esperabas y te marcharon de cabeza
y de dulzura inocente, adiós chiquilla obesa por serlo,
quizás volviste a serlo por la obsolescencia del hambre en que viviste forzada,
creciste, sola sola, y escribirás alegre como quieres cuando no recuerdes la desgracia 
y quieras borrar lo nuevo para vivir novela blanca con la que asesinar
tu vida.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

De una fotografía a su fotógrafo*

 

Jamás veré la lluvia sino sus gotas,
el cuarzo blanco que hecho fragmentos
se suspende en el aire para siempre.

Nunca el olor de la humedad ni el ruido
que al paliar la sed de las raíces
va lamiendo en espiral la enredadera,

ni siquiera el tacto acuoso si resbala
y ve nacer la verde hojilla,
el musgo en prado entre las grietas.

Y si unida a ti yo solo existo,
si unida a ti yo soy tan hombre
como el revés del hombre que me observa,

entonces soy el panteón y el niño,
la fiera, el ángel, y niebla y guerra.

Pues al ser de ti sin conocer tu historia,
en vida estoy sin alcanzar la vida,
y mi inmortal retrato refleja siempre
no el efusivo indicio de tu recuerdo,
sino el cortado esqueje de la memoria.


*Poema incluido en el proyecto Constelaciones: Cassiopeia.

 



Otoño

 

Yo sé que desde el suelo
las hojas no lloran por ser pisadas.

                       Sino porque nadie   
 
          las ha visto

caer.



lunes, 26 de agosto de 2019

Quisiera que fuera fácil


Si fuera tan fácil de entender
como que muere el agua en la sed
o se adivina el viento por el árbol,

dejar aquí este sentimiento
para que lo tocaras
y hacerlo así tan claro y simple

como el vapor de agua
que se evidencia
al condensar su esencia en el espejo.

Si fuera fácil de entender,
                                   créeme,
                                          quisiera

llevar el mar en una postal
para escribir palabras
sobre las crestas de las olas,

volver al pasado en mis manos
y llamar milagro
al recuerdo dactilar de tu nombre.

Y sin embargo,

me estoy mirando
desde el estrato
de una fotografía antigua:

Mi seguridad se fue
por una puerta trasera que no conozco

y he perdido

el ciudadano andar de las palomas:
           Si alguien quisiera alimentarme,
           tendría que decírmelo.

Y quisiera

ser traslúcida como la hojilla
que nieva en copos en fruto
de cereal abierto,

quisiera

ser tan clara como la luz que llueve
para irisar las alas de las polillas, 

          y dejarte ver que las nubes
          nunca son lo que parecen,
por más que despunten
entre cian y blanco
la anatomía volátil de sus figuras.

Y sin embargo,

sé que mi inseguridad es esponjosa,
que es un polietileno lleno de burbujas, 
que soy un erizo dormido
por dentro de mi escafandra.

Y sé 

que al igual que puedes oír mi piel a rastras
un segundo antes de romperse,
defenderán su hogar estos silencios.

Por eso, 
perdona que en realidad sea fácil.

Perdona que no te lo diga.


jueves, 10 de enero de 2019

La mudanza


Esta casa que sonreía 
                     si le hacía
cosquillas por el suelo.

Esta casa que sonreía 
al limpiar su cara
con la flor de una fregona.

Esta casa que tendía 
                       pájaros
para piar con pinzas.

Que vio sudar al elefante mío,
pedalear su lucha 
                          a ninguna parte,
que adoptó a una gata
de masajista panadera.

Esta casa que al llorar llovía
calefacción central 
                     sobre mi espalda,

que planchó y secó
hasta el jersey más íntimo
de mis vértebras,

que olió a ciruela y a espaguetis,
que tecleó en mi nombre 
                                   sus poemas.
Esta casa calabaza
al despedir octubre.

Esta casa que me mira,
vacíos los ojos 
                     y yo admito

que ahora son solo 
muebles, estanterías
y una cama.


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