“cada reloj, cada opción, cada nuevo intento
de añadirse por fin a la gran grieta
se cristaliza,
y es como una misma puerta cerrándose
o una piedra hallando reposo en la arena
tras haberse deslizado verticalmente por el agua”
—Álvaro Guijarro, Tránsito, Pliegues del día,
Chiado editorial, 2011, página 59.
/Rafia: hilo de fibra sintética parecido al yute. Su fibra es tenaz, gruesa, desagradable al tacto. Se emplea para fabricar redes, sacos y otros objetos. /
Hablar por ejemplo de la carcoma:
de los seres, de su carne,
la gruesa rafia de sus hebras,
sus sinónimos.
Hablar por ejemplo de esa rafia,
lo que hacen
con sus bocas, sus estómagos,
el entramado de sus fibras.
Cómo van dejando una cuchilla
en nuestras grietas.
Cómo van lanzando su saliva en nuestra
lengua,
su hemoptisis.
Y lijar sus manos hasta el hueso,
hasta que griten y sepan
que nunca volverán a estar limpias.
Rasgar su miedo y consolarles,
decirles:
«No naciste asesino yo
tampoco,
y nunca nos acostumbraremos a estas murallas
de cuerpos.»
Que no hay por qué clavar alfileres en los ojos
mientras naces solo
vives
solo
mueres
solo.
Recordar no es necesario.
Así que vuelve a esconderte,
vuelve a callarte,
vuelve a volverte
cada vez más antisocial
y entonces
conoce al menos diez personas
en cada día idéntico,
diez nuevas virutas de inmaculada rafia
arrastrando
nuevamente el mismo espectro.
Intenta respirar,
oculta,
busca cambio entre unos dedos
que han dejado de creer, arañan
formas imposibles.
Y tú lo sabes,
sé que ves lo putrefacto, los gusanos
que un día simularon ser flores,
que los viste satisfechos
revolcándose
en sus escombros,
en el último estertor de sus pupilas.
Hablar por ejemplo de estas redes,
lo que hacen.
Aunque me hayan mutilado la lengua,
las palabras.
No necesito hablar
porque tú conoces,
nosotros sabemos,
yo
lo conozco.
Comprendemos
que no querer ver,
ignorarlo,
no acercarse,
no hará que se extinga.
Cierra los ojos y observa:
está en lo que te rodea:
La maldición del yo y el nosotros.
Hablar por ejemplo de la rafia,
entender de qué mentira,
qué aspereza nos compone
y aceptarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿No tienes nada que decir?